Sergey Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, afirmó que la Carta sigue siendo «un faro resplandeciente de la cooperación internacional» y que todos los Estados miembros deben adherirse a sus principios.  Sin embargo, señaló, no es lo que ocurre en la práctica, ya que las violaciones de la soberanía conducen a crisis y conflictos.  La raíz del problema radica en los intentos de dividir el mundo en «nosotros y ellos», en autocracia y democracia, en los elegidos, a quienes se les permite todo, y el resto, que están obligados a servir a los intereses de los «mil millones dorados». Abogó por el estricto cumplimiento del principio de igualdad, subrayando que todos los países deben tener el lugar que les corresponde en el orden mundial. Occidente ha violado en repetidas ocasiones el principio de no uso de la fuerza y la amenaza de la fuerza, por ejemplo, en Yugoslavia, Iraq y, en la actualidad, en los ataques de Israel contra los palestinos. Recientemente, algunos países occidentales han reconocido la condición de Estado de Palestina. «¿Por qué han esperado tanto tiempo? Parece que esperaban que pronto... no quedara nada ni nadie a quien reconocer». Condenó también los ataques contra Irán y Qatar.

Denunció la política de los países occidentales de sabotear soluciones constructivas en el Consejo de Seguridad, que quedó al descubierto con su rechazo a la propuesta de China y la Federación de Rusia de prorrogar el acuerdo de 2015 sobre el programa nuclear iraní y así dar un margen de tiempo a la diplomacia. Occidente también ha socavado la soberanía y ha mostrado una grave injerencia en los asuntos internos de los Balcanes. El reconocimiento unilateral de la independencia de Kosovo fue esencialmente un ataque a la estructura estatal de Serbia. Occidente ha marcado el rumbo hacia el colapso de la condición de Estado de Bosnia y Herzegovina al sabotear el Acuerdo de Paz de Dayton. Los derechos ortodoxos serbios están siendo atacados tanto en Kosovo como en Bosnia, en contra de los derechos del pueblo serbio. Del mismo modo, el régimen de Ucrania ha puesto en marcha un proceso para eliminar la iglesia ortodoxa ucraniana y erradicar legislativamente el idioma ruso en todos los ámbitos, en contra de la Carta de las Naciones Unidas. Deben restablecerse plenamente los derechos de los rusos y hablantes de ruso en los territorios controlados por Kyiv.

Sobre esa base, la Federación de Rusia está dispuesta a debatir las garantías de seguridad de Ucrania. Ni Kyiv ni sus patrocinadores europeos parecen comprender la gravedad de la situación ni están dispuestos a negociar con honestidad. La Federación de Rusia tiene esperanzas de que prosigan las conversaciones con los Estados Unidos, especialmente tras la cumbre de Alaska. En los planteamientos de Washington, la Federación de Rusia ve el deseo de contribuir a soluciones realistas para la crisis ucraniana y desarrollar una cooperación pragmática sin posturas ideológicas. La Federación de Rusia no se opone a entablar un debate abierto sobre una reforma integral de las Naciones Unidas. Los países occidentales no deben tener ninguna ventaja en este sentido, y debe haber una representación justa de los países de la mayoría global. La reforma de las Naciones Unidas forma parte de la compleja tarea de transformar todo el sistema de gobernanza global, incluidas las instituciones financieras internacionales. Belarús y la Federación de Rusia proponen elaborar una «Carta Euroasiática de la Diversidad y la Multipolaridad en el Siglo XXI», afirmó.