Dionísio da Costa Babo Soares, representante permanente de Timor-Leste ante las Naciones Unidas, declaró que, en un contexto en el que «el mundo parece estar caminando voluntariamente hacia la autodestrucción», el «sistema multilateral es […] una necesidad». El derecho internacional es «la única garantía de justicia, soberanía e independencia nacional» para los países pequeños, afirmó, y recordó su papel en la protección de los recursos naturales de su país y la reciente opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia sobre las obligaciones de los Estados en materia de cambio climático.

Por su parte, Timor-Leste alineó los Objetivos de Desarrollo Sostenible con su política de desarrollo, centrándose en las energías renovables y la «economía azul». Pero los objetivos no pueden ser alcanzados por un solo país.  Los países menos desarrollados dependen de la ayuda al desarrollo, la solidaridad y la cooperación internacional para alcanzarlos. Es necesario reconocer las circunstancias especiales de los pequeños Estados insulares en desarrollo, tal y como se refleja en el Compromiso de Sevilla y la Agenda de Antigua y Barbuda para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.

Destacó que «el cambio climático socava la ya frágil seguridad alimentaria, azotando a nuestros países con desastres naturales que desvían recursos vitales hacia la reconstrucción y la ayuda humanitaria». Los países industrializados y los principales contaminadores deben respetar sus compromisos con el Acuerdo de París sobre el cambio climático y el Pacto Climático de Glasgow. La trigésima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Belém (Brasil), brindará la oportunidad de hacerlo. Del mismo modo, pidió una mayor cooperación internacional para fomentar la inteligencia artificial y las capacidades digitales para los países menos adelantados, y destacó cómo esa inversión fomentaría el crecimiento mediante la aplicación de marcos de administración electrónica.