Declaración
Resumen
Denis Sassou-N’Guesso, presidente de la República del Congo, dijo que es lamentable que, 80 años después de su fundación, las Naciones Unidas se enfrenten a un resurgimiento de los conflictos armados en todo el mundo, en el que el lenguaje de las armas prevalece sobre el sentido común y la diplomacia. Esto supone un fracaso de la promesa colectiva de forjar un mundo libre del flagelo de la guerra; también es una señal del debilitamiento y, en ocasiones, de la impotencia del sistema internacional. Es preciso reafirmar la primacía del derecho en los asuntos internacionales, afirmó, y que las Naciones Unidas se conviertan en una herramienta más eficaz para la prevención y la mediación de conflictos.
Reiteró el firme respaldo de su país a la solución de los dos Estados en Oriente Medio, así como su apoyo al pueblo cubano, exhausto tras decenios de un embargo incomprensible. Las tensiones entre las grandes potencias fragmentan el mundo, alimentan la desconfianza entre las naciones, debilitan la solidaridad internacional y socavan la capacidad para abordar los grandes retos mundiales. «La competitividad económica no debe transformarse en una confrontación sistémica», afirmó, señalando la inestabilidad de los mercados de materias primas y las perturbaciones en las cadenas de suministro, y añadió que el multilateralismo se ve amenazado por el «egoísmo nacional» y las políticas unilaterales.
Los órganos de las Naciones Unidas deben reformarse, empezando por el Consejo de Seguridad, para que sean más representativos, transparentes y cercanos a las realidades del mundo, prosiguió. «África no puede seguir marginada» y merece una representación permanente en el Consejo, no como un favor, sino como un socio legítimo. Llamó la atención sobre el endeudamiento insostenible y reglas comerciales injustas, para afirmar que no puede haber paz duradera sin desarrollo y viceversa. El cambio climático es un gran desafío que trasciende las fronteras y obliga a familias enteras a emprender el camino del exilio, dijo, y declaró que deben respetarse los compromisos contraídos en el Acuerdo de París al mismo tiempo que se presta un apoyo masivo a los países más vulnerables. Además, el clima no puede convertirse en un nuevo factor de división entre el Norte y el Sur, afirmó.
Mientras millones de personas siguen viviendo en la pobreza extrema, el mundo está inmerso en una inquietante carrera armamentística, con un gasto militar mundial que alcanza niveles récord, tratados de desarme puestos en entredicho y la proliferación de armas de destrucción masiva, en particular de armas nucleares como principal motivo de preocupación. «Se trata de una deriva peligrosa en todos los sentidos y no está haciendo que el mundo sea más seguro, sino todo lo contrario», afirmó, advirtiendo del riesgo de que se produzca una conflagración fuera de control e hizo un llamamiento al desarme mundial. Asimismo, añadió que las Naciones Unidas siguen siendo imprescindibles, pero solo si evolucionan, se reforman, se acercan a los ciudadanos y responden a los innumerables retos de la actualidad.
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